Qué hago si mi hijo o hija sufre acoso escolar

 

El acoso escolar afecta a casi un 10% de los alumnos y las alumnas de Educación Primaria en España, siendo el curso de tercero de primaria (8-9 años) la etapa más afectada por este gravísimo problema, seguida de cuarto de primaria (9-10 años) y de segundo de primaria (7-8 años). El acoso desciende entre los alumnos de Educación Secundaria hasta el 2% y el 3%. Son datos reflejados por la plataforma de recursos digitales, Macmillan Education y que nos recuerdan que esta forma de violencia está ahí, que nos afecta a todos y que no podemos bajar la guardia.

Los insultos o motes son las formas de agresión más habituales (un 76% de los alumnos y alumnas afectadas de Primaria y a un 80,6% en Secundaria). Al ataque verbal le sigue el físico, siendo los empujones y los golpes los recursos de violencia más empleados. Nuestro papel como adultos debe ser vigilar que no se den este tipo de actos y acompañar y ayudar al niño o niña que sufre el acoso escolar así como también buscar ayuda para que el acosador o la acosadora no vuelva a ejercer este tipo de actuaciones. A continuación, y desde nuestra experiencia en nuestros centros, os resolvemos todas las dudas que pueden surgir con respecto al acoso escolar.

¿Cuáles son los signos que nos pueden alertar de que un niño o una niña sufre acoso escolar?

Antes de comentar las señales que deben ponernos alerta tenemos que decir que es fundamental tener un clima de confianza y comunicación en la familia, no sólo por el claro beneficio para el desarrollo y bienestar emocional de sus miembros, sino también por que nos ayudará a detectar más fácilmente que algo no va bien en la vida de nuestros hijos. Es cuanto a los signos que nos pueden alertar que algo está ocurriendo en el colegio pueden ser problemas al conciliar el sueño, pesadillas, cambio en el apetito, dolores de cabeza, ira, llanto repentino, dolores de cabeza, miedo al ir al colegio…etc. Sin embargo, no todos los niños muestran los mismos signos, cada niño es diferente.

En cuanto a las consecuencias que tiene a nivel emocional sufrir acoso escolar hay que destacar que influyen muchas cosas, como por ejemplo si el niño tiene un grupo de amigos diferente del que está teniendo acoso y en el cuál confiar, qué tipo de relación tiene con su familia o el tiempo que ha estado sufriendo la agresión. En general, algunas de las consecuencias que pueden padecer con el tiempo es que afecte a su autoestima, que tenga un peor rendimiento académico y ansiedad ante las situaciones.

Si un niño o una niña han sufrido acoso escolar es importante reconocer si su autoestima está afectada. Para ello podemos observar si es capaz de aceptar nuevos retos o  por el contrario lo evita; si no le presta atención a sus logros, pero sin embargo se castiga mucho ante un error; y ver si puede decirnos al menos cinco cosas positivas sobre ella o sobre él mismo.  También debemos observar los ámbitos en los que se desenvuelve: si han cambiado, si son hostiles o amables… También es clave analizar las herramientas, recursos y estrategias de los que dispone para poder superar esta situación y que no siga manteniéndose en el tiempo.

Si vemos que a pesar de que el acoso escolar ha parado, pero nuestro hijo sigue mostrando los mismo síntomas que nos alertaron de que algo no iba bien, y vemos que su autoestima está dañada y qué no dispone de herramienta para protegerse ante la posibilidad de que vuelva a ocurrir, es conveniente acudir a un profesional que ayude a nuestro hijo sentirse mejor y aprender nuevos recursos que le serán de gran utilidad.

Herramientas contra el acoso escolar

La prevención es clave a la hora de manejar el acoso escolar. Hay que destacar que un clima familiar positivo es el elemento preventivo y protector más importante ya que es, salvando las diferencias, una vacuna contra el acoso. En el caso de que nuestro hijo o hija haya contado el problema, ya sea a nosotros o algún profesor o profesora, es fundamental agradecerle que nos lo haya contado, y muy importante que cuando nos lo cuente le escuchemos, nos mostremos atentos, tranquilos (aunque no sea fácil) y le transmitamos seguridad. Podemos decirle que vamos a buscar soluciones juntos para que él o ella se encuentre mejor y que vamos a ser su apoyo incondicional.

Si el centro educativo no está al tanto debemos comunicarlo con el objetivo de que apliquen un protocolo que ayudará tanto a nuestro hijo o hija como al agresor o agresora. También es muy importante evitar culpabilizar al niño o la niña con expresiones como ¿Y por qué no te has defendido? ¿Por qué no se los ha dicho antes al profesor?

Además, desde casa podemos enseñarle algunas herramientas que le serán muy útiles para lidiar con lo que les esta pasando:

  • Mostrarle los tres estilos de respuestas: agresiva, pasiva y asertiva. La respuesta agresiva sería aquella en la que se defiende gritando, pegando e insultando. La pasiva sería aquella en la que no se defiende, se queda callado o callada, no expresa su opinión. Y, por último, la respuesta asertiva supone que se defiende de forma educada y sabe decir que no. Para analizar las tres respuestas podemos utilizar películas, cortos o cuentos. Y es importante preguntarle cómo cree que sería una respuesta asertiva, cómo lo habría hecho así en su caso particular.
  • Enseñarle a pedir ayuda. Podemos diseñar un mural en el que dibujemos a las personas que pueden ayudar cuando están en casa, cuando están en el parque y cuando están en el colegio.
  • Emplear el Role Playing. Consiste en hacer un teatro donde uno es un agresor y él o ella la víctima. Elegimos una situación que haya podido sufrir, como por ejemplo, que le quiten el bocadillo, y entre todos buscamos y comentamos las posibles soluciones por las que puede optar el personaje de la víctima.

Y si mi hijo es el agresor…

Si el centro educativo no está al tanto, debemos informar para que tomen las medidas correspondientes que ayudarán a nuestros hijos e hijas. Después, hay una serie de cuestiones que debemos tener en cuenta:

  • Es fundamental ponernos en la piel del agresor/a. Muchos niños responden de forma agresiva porque no disponen de otra herramienta para resolver conflictos o porque quieren ser aceptados y valorados en el aula y creen que ser agresivo les ayudará. En numerables situaciones las conductas de los agresores es vitoreada por sus compañeros, por lo que nos encontramos casos en los que el niño o la niña ha aprendido a responder de forma agresiva para relacionarse con los demás. Sería conveniente acudir a un profesional para dotar a nuestro hijo o hija de herramientas que le permita relacionarse y resolver los conflictos de forma adecuada.
  • Sería fundamental establecer protocolos de prevención para para que estas situaciones tan desagradables que sufren algunos de nuestros hijos no pasen. Los programas de desarrollo de habilidades sociales e inteligencia emocional han demostrado su eficacia ya que los alumnos que poseen alta inteligencia emocional son menos agresivo y tienen menos conflictos.

 

En Crece Bien somos profesionales con amplia experiencia en inteligencia emocional. Si tienes alguna duda o necesitas alguna recomendación, te animamos a que contactes con nosotros, estaremos encantados de atenderte. Puedes hacerlo en el correo electrónico informacion@crecebien.es o en el teléfono 910002602.