La Convención sobre los Derechos del Niño (CDN), un tratado internacional que recoge los derechos de la infancia aprobado por la Asamblea General de Naciones Unidas el 20 de noviembre de 1989 recoge en el artículo 31 que “El niño tiene derecho al juego, al descanso, a la diversión y a dedicarse a las actividades que más le gusten”.
El juego durante la infancia cumple un papel esencial para su desarrollo. Tal es su relevancia que, incluso, la Asamblea General de Naciones Unidas el 20 de noviembre de 1989 la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN), un tratado que, entre otros recoge en su artículo 31 el derecho de todos los niños al juego: “El niño tiene derecho al juego, al descanso, a la diversión y a dedicarse a las actividades que más le gusten“.
Y es que, cuando los niños juegan, no solo se divierten sino que experimentan y desarrollan capacidades como la psicomotricidad, la afectividad, la sociabilidad, la inteligencia o la creatividad. Por tanto es una herramienta de aprendizaje más y como tal debe tenida en cuenta y cuidada con mucho mimo.
Es importante resaltar la importancia del juego porque en países como España los menores apenas tienen tiempo de juego. Según datos de ‘Juego y familia’, un estudio de la Universidad de Valencia encabezado por Petra Pérez Alonso-Geta, catedrática de Teoría de la Educación y miembro del Instituto de Creatividad e Innovaciones Educativas (publicado en 2012), la cantidad de juego de los niños en nuestro país insuficiente.
Por qué es importante el juego
A través de los juegos, los niños no solo hacen ejercicio físico, tan importante para alcanzar un estilo de vida saludable junto a una alimentación adecuada y un entorno afectivo, sino que, además, aprenden a relacionarse con los demás. Esto es esencial de cara a fomentar un buen desarrollo de las habilidades sociales, la empatía y la asertividad desde la infancia; sobre todo si se trata de juegos de “roles” (especialmente presentes en la etapa de 2 a 5 años) en los que los niños trasladan la imitación del mundo adulto a sus juegos: bomberos, maestros, papás y mamás, policías… ¿A qué niño no le fascina este tipo de juegos?
Además, el juego en todas sus formas promueve el aprendizaje emocional, potencia el autocontrol y mejora la función cognitiva: le permite expresar libremente sus emociones y gracias a ello puede comprenderlas mejor. El neurólogo austriaco Sigmund Freud ya explicó que los niños no solo juegan repitiendo situaciones que les resultan placenteras o gratificantes sino también aquellas que les resultan dolorosas o desagradables.
La creatividad también está presente en el juego ya que gracias al juego el niño desarrolla su imaginación y con ella se fomenta también el aprendizaje. Es importante no intervenir o establecer un orden para sus juegos, sino que debemos dejar al niño jugar en libertad para que sea el niño el que experimente y se desarrolle plenamente.
Tipos de juego según la edad
El tipo de juego dependerá de la edad pero también de las preferencias del niño, su personalidad y sus necesidades. Sin embargo, podemos recoger algunas características básicas que suelen cumplirse en función de cada etapa de desarrollo:
- Etapa de egocentrismo (0 a 2 años). Durante los dos primero años de vida, el niño se centra en el juego en solitario, en conocerse a sí mismo, su cuerpo, la exploración de objetos, sabores, texturas…
- Etapa de juego paralelo (2 a 3 años). A partir de los dos años comienzan a sentir interés por sus iguales. Sin embargo, y pese a ese reciente interés tanto por otros niños como por los juegos basados en roles, aún no terminan de establecer relaciones de juego de forma completa.
- Etapa de juego en grupo (3 a 5 años). Desde los tres años, el niño comienza ya a jugar plenamente con otros niños. Será alrededor de los cinco años cuando el niño interactúe completamente con los demás a través del juego cooperativo.
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