La construcción de la autoestima de los hijos es uno de los mayores retos de sus padres. Tomar conciencia de los errores es un primer paso para un acompañamiento seguro y feliz.
Pocas cosas hay tan difíciles en la vida como la crianza y la educación de los hijos. Y no, no exageramos porque estamos convencidos de que hay pocos retos que planteen más incógnitas y más incertidumbres que esta tarea tan enorme. No existe un manual de instrucciones, tampoco una fórmula mágica, y puede que sea por eso por lo que también estamos ante una de las experiencias más emocionantes.
La manera en la que tratamos a nuestros hijos y las múltiples decisiones que vamos a tomar con respecto a ellos a lo largo de su vida van a influir de una manera o de otra en su autoestima. Y es precisamente la autoestima, la que se convertirá en uno de los pilares de su vida, dará forma a su carácter y le ofrecerá la posibilidad de una mejor comunicación, un mejor aprendizaje, un mejor concepto de sí mismo, una mejor relación con los demás, y, en definitiva, una mejor experiencia de vida. El entorno familiar, social y escolar van a influir de manera inevitable en ella pero, además, los padres tenemos una gran responsabilidad en la construcción de la autoestima por ser nosotros su mayor soporte y referente, sobre todo en los primeros años de vida. Tomar conciencia de los aciertos y de los errores es un primer paso para un acompañamiento seguro y feliz.
5 errores que destruyen la autoestima de los niños
En el camino de la maternidad y de la paternidad vamos a tomar buenas decisiones, pero también decisiones erróneas. En el equilibrio de ambas circunstancias y en el reconocimiento de unas y otras, vamos a encontrar la paz. O al menos cierta paz, que nos permita seguir avanzando en el camino de la educación. Para arrojar algo de luz os contamos cuáles son los 5 errores que creemos que son más perjudiciales para una autoestima sana en los niños:
1. Críticas excesivas
Muchas veces nuestro perfeccionismo o autoexigencia la acabamos volcando en los niños. Reflejamos en ellos nuestros propios fantasmas. Nuestros miedos y fracasos. Y es en ese punto en el que a veces puede surgir un exceso de comentarios negativos hacia lo que el niño o la niña hace o dice. El resultado es que muchas veces se acaban desanimando y sienten que “todo” lo hacen mal, que nos han defraudado y, así, crece su inseguridad. La autoestima necesita también de la crítica pero no de una crítica excesiva o negativa sino de una crítica constructiva.
2. Amor condicional
A menudo, determinados comportamientos de nuestros hijos sacan lo peor de nosotros, o simplemente nos trasladan a nuestra propia infancia. Amenazas y chantajes del estilo a “Si te portas mal mamá no te querrá” no sólo no educan, sino que nos alejan y nos desconectan de los niños. Condicionar nuestro amor a sus “buenas” acciones no debería ser nunca el camino si queremos establecer una relación sana basada en el respecto y el amor incondicional. Quizás la negociación, la escucha activa y la empatía sean herramientas más amables cuando necesitamos la colaboración de nuestros retoños.
3. Objetivos inalcanzables
No todos los niños tienen las mismas habilidades ni todos alcanzan sus hitos evolutivos al mismo tiempo. Tampoco todos se sienten cómodos con las mimas cosas. Establecer metas realistas generan confianza, y esas metas llegan cuando tienen que ver con aquello que a ellos les gusta y les motiva. De nada sirve pretender objetivos inalcanzables porque además de conflictos se general frustraciones innecesarias.
4. No dejar que se equivoquen
Para muchos padres lo más adecuado o, simplemente, lo que les nace, es ayudar a sus hijos en casi todo lo que hacen. Sin embargo, un exceso de control y un acompañamiento basado en la sobreprotección, terminan desembocando en conductas que pasan por no permitir a los hijos que se equivoquen. Debemos trabajar como padres nuestra tolerancia a la frustración y rebajar nuestras expectativas y, por supuesto, debemos confiar más en nuestros hijos. Van a equivocarse, y de esos errores también aprenderán, pero si no les damos la oportunidad estamos poniendo piedras en su autonomía y en su autoestima.
5. Alabanzas exageradas
Si el exceso de críticas negativas es un problema, también lo es su contrario: la alabanza exagerada. Reconocer sus logros es necesario, y maravilloso, pero magnificarlos termina por conducirles a una necesidad constante de halagos. Buscan nuestro juicio permanente y dejan de desarrollar el espíritu crítico, el afán de superación, la autoestima saludable.
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