En los últimos años hemos escuchado mucho aquello de que sin emoción no hay aprendizaje. Y es verdad. ¿Pero qué significa? ¿Podemos hacer algo para ayudarles en los estudios? Sobre esto os hablamos en el siguiente texto.
Somos seres emocionales, las emociones influyen en todo, por lo que son básicas en el aprendizaje. Además, la curiosidad y el interés nos ayuda a recordar mejor. Recordamos mejor aquello que nos parece interesante. Conocida es la premisa del experto en neuroeducación Francisco Mora: “El cerebro sólo aprende si hay emoción”. ¿Qué significa esto? Pues que es necesario crear un entorno interesante, que genere emociones, para favorecer el aprendizaje.
No sólo influye lo que nos emociona, lo que nos parece interesante, sino que la calma, sentirnos relajados, también nos ayuda. Y es que, cuando estamos tranquilos, nuestra concentración aumenta. Trabajar estos tres aspectos –curiosidad, interés y calma– puede multiplicar el rendimiento de un alumno o alumna.
Favorecer la autonomía y la motivación
Ambas opciones son muy válidas siempre que no perdamos de vista que lo importante es favorecer la autonomía, responsabilidad y la motivación del niño de cara a sus tareas. Hay que ayudarles a que sean ellos mismos quienes encuentren la respuesta correcta a los desafíos. Es decir, podemos ayudar al niño a que haga un horario o que nos diga cuándo va hacer los deberes, y lo importante es que el niño haga sus deberes solos, esto no quiere decir que si hay alguna cuestión específica en la que el niño tenga alguna duda no podamos ayudarle a buscar soluciones juntos.
Es muy positivo que después de que el niño termine sus tareas unamos emoción positiva y responsabilidad, es decir, le podemos preguntar cómo se ha sentido y si se siente orgulloso. Les ayudará a que se instauren unos hábitos positivos y satisfactorios.
También es primordial que los deberes es una responsabilidad del niño, y no de los padres.
¿Qué nos debe alertar de que nuestros hijos necesitan un cable? La clave es observar. Por ejemplo, ver si el niño llora ante una ficha de matemáticas, o se siente enfado cuando hace los deberes incluso rompe la hoja, si llora porque dice que no es capaz de concentrarse o también si se tira toda una tarde en la silla de estudio pero no ha sido capaz de terminar los deberes. En estos casos puede ser interesante pedir la opinión de un profesional antes de que el problema pueda agravarse o esa actitud consolidarse.
Recomendaciones para ayudarles con los estudios
- Ayudándoles a crear un entorno sin distracciones; es muy importante que el niño tenga su lugar de estudio.
- Ayudándoles a planificar su día. Podemos hacer un horario con él.
- Escuchándoles : Permitiendo que expresen como se siente. No juzgar ni contradecir, en un primer momento, sólo escuchar. Parece sencillo pero si lo practicamos veremos que es algo a trabajar muchas veces.
- Reforzándoles, diciendo lo bien que lo ha hecho y si se equivoca animarlos, le decimos que es normal equivocarse y que él lo puede conseguir si se esfuerza. Además, ante su pregunta de ¿que tal lo he hecho? tengamos una respuesta automática preparada…¿tú que opinas de lo que has hecho? Les ayudará a tener su propia opinión, dará espíritu de mejora e independizará de nuestra aprobación constante.
¿Qué hábitos es recomendable mantener en el día a día para ayudarles en la concentración?
- Es importante que el niño tenga su lugar de estudio, que este sea en un sitio tranquilo y sin distracciones.
- Guiarles en los pasos que debe seguir para hacer los deberes
- Ten en cuenta que las nuevas tecnologías influyen en la concentración, disminuye nuestra atención.
- Permítele equivocarse, el error es una maravillosa oportunidad para aprender y mejorar.