La salud mental de los adolescentes: ¿qué impacto ha tenido la pandemia?

 

La adolescencia ha sido uno de los colectivos más olvidados y estigmatizados durante la pandemia por coronavirus. ¿Cuántas veces hemos leído en los medios que son “irresponsables”? ¿Cuántas veces se ha pensado en ellos y ellas y en su salud física y mental? Y es que, pese a no ser un colectivo que haya sufrido las consecuencias directas de la COVID-19, sí se ha visto muy perjudicado por los confinamientos y las medidas de distanciamiento social. En esta etapa se dan ciertos comportamientos necesarios para el desarrollo como son la búsqueda de nuevos límites o el contacto con iguales, dos necesidades que se han visto pausadas durante muchos meses. En el siguiente texto os contamos cuáles son las consecuencias que ha tenido la pandemia para la salud mental de los adolescentes, qué hemos observado en nuestros centros y qué pueden hacer las familias en casa para acompañar y ayudar a sus hijos e hijas adolescentes.

 

Búsqueda de la propia identidad

 

Durante la adolescencia las emociones son inestables e intensas porque para ellos y ellas es difícil “autocontrolarse”. Esto se debe a que las áreas cerebrales encargadas del autocontrol aún no están completamente desarrolladas. No olvidemos que aunque físicamente algunos adolescentes parezcan muy adultos, lo cierto es que su cerebro no es todavía el cerebro de un adulto.

Otra característica de la adolescencia es que se trata de una etapa vital que está marcada por la búsqueda de la propia identidad, y para ello nos separamos de lo que ya conocemos – es decir, de la familia – y exploramos otros grupos de personas. Las relaciones entre iguales son fundamentales en este período. Ocurre que durante el confinamiento estas relaciones se quedaron pausadas en lo físico – en el contacto de tú a tú ­– y la tecnología no ha podido suplir esa carencia. De hecho, la búsqueda de ese contacto ha llevado a un abuso excesivo de las redes sociales y en ocasiones a mayores dificultades en habilidades sociales, debido al tiempo que han estado encerrado no han podido practicar y desarrollarlas sus habilidades sociales con sus iguales. Tras el confinamiento general, los confinamientos selectivos y las medidas restrictivas siguieron poniéndoselo muy difícil a los chavales y las chavalas. Debido a todo esto, muchos adolescentes han tenido sentimientos de soledad, se han mostrado más irritables, más tristes, han presentado mayores niveles de estrés, cansancio y una mayor dificultad al concentrarse. Así lo hemos podido ver en Crece Bien. En estos meses nos hemos encontrado adolescentes con mucha adicción a las nuevas tecnologías, con déficit de habilidades sociales, con problemas con la gestión del estrés y familias que nos comentan que los conflictos en casa han aumentado.

En Crece Bien nos hemos encontrado adolescentes con mucha adicción a las nuevas tecnologías, con déficit de habilidades sociales, con problemas con la gestión del estrés y familias que nos comentan que los conflictos en casa han aumentado.

¿Cómo trabajamos esta problemática en nuestros centros? Creamos un espacio donde pueda expresar sus emociones, y compartirlas con otros adolescentes. Además, les ayudamos a que identifiquen que les esta pasando y a normalizar sus emociones. También, le dotamos de herramientas que le permitan gestionarlas. Desarrollamos sus habilidades sociales a través de juegos y teatros. En definitiva, se trata de dotar al adolescente de las herramientas que le serán de gran utilidad en esta etapa de su vida. No se trata de convertirles en adultos sino de dotarles de recursos para que gestionen su día a día y a su ritmo, y vayan madurando con más conciencia.

 

Claves para acompañar a nuestros hijos adolescentes

Muchas familias se preocupan, y con razón, porque no saben cómo pueden ayudar a sus hijos e hijas. Desde Crece Bien os damos algunas claves que pueden ser de utilidad:

  • Crear un espacio donde el adolescente pueda expresar sus emociones, pero sin agobiarles. Los adolescentes quieren que estemos ahí, que les ayudemos y le escuchemos, pero que no le agobiemos a preguntar, porque van necesitando su espacio y su intimidad. Para ello es importante hacerle preguntas como ¿Qué ha sido lo mas divertido del día? pero sin bombardearles a preguntas ni insistir cuando no nos quieran decir algo. Es importante que le contemos también qué hemos hecho o qué nos preocupa, y que no sea una conversación unidireccional.
  • Tener en cuenta sus intereses. Muchas veces los padres y madres estamos muy encima de los adolescentes para poder aconsejarles. A todos nos preocupa que vayan por el “buen camino”, ¿verdad?. Esto es normal porque nos preocupamos mucho por ellos y ellas y queremos que estén bien. Sin embargo, hay temas que nuestro hijo o hija no quiere hablar con nosotros, como los estudios, y prefieren hablar de otras cosas como de música, juegos o la ropa que les gusta. Es fundamental que nos comenten sus intereses, que compartan con nosotros sus gustos. Ya llegarán al tema de los estudios si les damos el tiempo y espacio suficiente.
  • Marcar límites y consecuencias. Aunque a los adolescentes no le gusten los limites es conveniente establecer normas en casas y las consecuencias de no respetar esos límites. De esta forma el adolescente se sentirá seguro, sabrá qué puede hacer y qué consecuencias tendrá, y estaremos desarrollando su autonomía y le ayudaremos que sean más responsables.

 

Gema Fuentes, psicóloga de Centros Crece Bien.

 

En Crece Bien somos profesionales con amplia experiencia en inteligencia emocional. Si tienes alguna duda o necesitas alguna recomendación, te animamos a que contactes con nosotros, estaremos encantados de atenderte. Puedes hacerlo en el correo electrónico informacion@crecebien.es o en el teléfono 910002602.