La mascarilla ha formado parte de nuestro día a día, a los niños y adolescentes le hemos dado directrices de qué debían llevar la mascarilla y hemos sido insistentes en ello. Ahora las normas han cambiado y se tienen que enfrentar al miedo de mostrar su cara despejada cuando hay alguien cerca, algo a lo que no estaban acostumbrados”, señala Sonia Martínez Lomas, psicóloga y directora de los centros Crece Bien.
Seis consejos para que esta emoción no interfiera más de lo estrictamente necesario y en la relación con nuestros hijos en estos días de fatiga pandémica.
El sentimiento de culpa está estrechamente ligado a la maternidad y la paternidad. Sobre todo desde que internet facilitó el acceso a multitud de información sobre educación y crianza, facilitó la proliferación de gurús y pseudoexpertos en la materia y nos abrió ventanas a vidas familiares idílicas en las que todo es disciplina positiva, democracia participativa y entornos Montessori. Hoy todo nos genera culpa, porque tras cada grito, tras cada respuesta fuera de tono y tras cada mala vivencia que no conseguimos evitar a nuestros hijos adivinamos traumas, cerebros en construcción dañados, vínculos rotos, un desastre familiar impensable en la casa de la influencer de turno, donde todo es paz, sonrisas y tiempo de calidad.
Campamentum trabaja con un gran número de entidades en todos los campos de su competencia. Estos portales son fundamentales para ayudar a las familias a encontrar la mejor elección de cara a las actividades de sus hijos, por ello estamos muy orgullosos de formar parte de sus “Campamentos Recomendados”. Al aunar fuerzas con ellos podemos tener acceso a más familias y promover nuestras ideas y valores, alcanzar objetivos de desarrollo comunes, y fortalecer la visibilidad y el impacto de nuestras acciones.
«La pandemia es una circunstancia única, algo a lo que no nos habíamos enfrentado antes. Hemos sufrido situaciones de incertidumbre y de duelo, hospitalizaciones, restricciones y cambios de vida bruscos que, muy a menudo, han hecho nuestra vida más complicada. Esto nos ha llevado a tener mayores niveles de estrés, que es una respuesta natural a entornos cambiantes, como por ejemplo el hecho de tener que compaginar el trabajo desde casa con el cuidado de los niños. Todo ese estrés acumulado durante estos meses nos lleva a sentirnos más fatigados, más cansados, y por supuesto, más irritables», afirma Gema Fuentes, psicóloga de Centros Crece Bien de Madrid.
Ser el único progenitor en tiempos de pandemia multiplica la carga emocional. «Estas familias llegan reportando muchas más dificultades, tanto emocionales como logísticas, que las familias tradicionales. Ser el único progenitor en tiempos de pandemia multiplica la carga emocional», afirma Sonia Martínez, psicóloga y directora de Crece Bien, que explica que entre las emociones más habituales están viendo «mucho estrés, mucho sentimiento de culpa al no poder atender bien a los menores, y miedo e incertidumbre a que les pueda pasar algo (a un menor o a ellas mismas), a perder el trabajo o a no poder sacarlo adelante».
De esta forma explica la psicóloga Sonia Martínez, directora de la Escuela de desarrollo emocional y social Crece Bien, cómo están afectando los grupos burbuja a los “niños que ya tenían dificultades anteriormente para relacionarse, que contaban con escasos contactos y ahora, por las circunstancias, han sido separados de sus anteriores compañeros y forman parte de grupos burbuja distintos”. Añade que “ya tenían sus grupos establecidos y es más difícil que se abran a un niño con el que no se relacionaban antes”.
Los grupos burbuja surgidos en los colegios por la pandemia están afectando al estado emocional del alumnado con pocas habilidades sociales y que ya tenía dificultades anteriormente para relacionarse, ya que, en ocasiones, forman parte de grupos burbuja donde no están sus anteriores compañeros; según advierte la psicóloga y directora de los Centros Crece Bien, Sonia Martínez.
Si les explicamos a los niños que la red es como una ciudad, con zonas más seguras que otras, es más fácil que vean que lo que no harían de forma física (facilitar datos o enviar fotos a desconocido o no insultar o acosar a amigos y compañeros) tampoco lo hagan en red.
La autonomía es, probablemente, una de las habilidades más importantes para la vida, y por ello, debe constituir un pilar fundamental en la crianza y educación de los niños. Pero, lejos de lo que solemos imaginar, no se desarrolla de forma natural. La madre tiene que fomentarla e ir dando pequeños pasos para que el hijo lo consiga y, en un futuro, se convierta en un adulto autónomo e independiente.
La psicóloga Sonia Martínez, directora de los centros ‘Crece bien’, nos da las claves para lograrlo y detectar si tienen falta de autonomía.
Sonia Martínez, psicóloga, directora de los Centros Crece Bien y autora de «Descubriendo emociones», explica cómo abordar con los más pequeños de la casa la muerte de familiares cuando no se sienten a la mesa