La navidad es, indiscutiblemente, la época del año más especial para los niños; los hogares se llenan de una emoción especial que es casi palpable. Si hacemos memoria, vemos que los recuerdos que se crean en esta época nos acompañan siempre, se nos dibuja una sonrisa en la cara cuando recordamos cómo lo vivíamos siendo niños: la ilusión de poner el árbol en familia, la magia de las luces, comer muchos dulces, pasar tiempo con quienes más queremos, la emoción de esperar los regalos… Las familias revivimos con ilusión esa sensación que tanto nos gustaba vivir a través de los más pequeños de la familia.
Y un aspecto fundamental en la navidad de los niños son, como no, los regalos. Tanto Papá Noel como los Reyes Magos generan una ilusión y expectativas en nuestros hijos, en ocasiones, desmedidas. Por ello, es un tema importante a tratar, y los psicólogos infantiles recomendamos ser prudentes en este ámbito.
No es malo poner límites en la cantidad de regalos que se les va a hacer a los niños, teniendo en cuenta sus necesidades y, viendo, con coherencia, qué es mejor para ellos. Es importante valorar este aspecto de la navidad, ya que, actualmente, el materialismo puede calar en nuestros hijos y llevarlos a establecer unas prioridades erróneas a la hora de socializar, atendiendo más a lo que se tiene, o incluso a compararse unos con otros, que primar la parte emocional y personal que nos aportan los demás. Por ello, no está de más indicar a familiares qué pueden o no regalar, acordar cantidades o comentar con ellos qué necesita nuestro hijo.
Por una parte, puede producir un efecto negativo si, efectivamente, reciben todo lo que desean ya que puede crear una forma de ver el mundo más exigente, afectando también a su maduración personal. Tener siempre todo lo que se quiere, a largo plazo puede fomentar una menor tolerancia a la frustración que puede repercutir de forma negativa en más ámbitos de su vida.
Por otra parte, hay que tener en cuenta, que puede tener un “efecto anestesiante”, esto significa, que cuando los niños reciben tantos regalos a la vez, están atendiendo simultáneamente a demasiados estímulos, en ocasiones más de los que pueden procesar adecuadamente, lo que en ocasiones puede generar un resultado contrario al que se quiere obtener. Disipar la atención en tantos regalos, puede producir un desinterés en muchos de ellos, no llegando a darle el valor que se merecen.
Para que esto no ocurra, en la medida de lo posible, lo ideal es hacer diferentes regalos que
puedan ayudar en su desarrollo emocional y que también tengan ciertas funciones educativas.
Desde Crece Bien os recomendamos una media de cuatro regalos por niño, y, para no caer en ese materialismo, e intentar valorar más otras opciones, os dejamos la siguiente idea:
- Un regalo educativo. Puede ser un cuento, un puzle, un juego, un disfraz… que en cierta medida pueda estimular su creatividad, su lógica, su imaginación, etc. Recomendamos igualmente juegos de mesa, ya que son perfectos para compartir momentos con familia y amigos, desarrollar habilidades sociales, fortalecer vínculos y… ¡divierten mucho!
- Un plan especial en familia: unas entradas para un espectáculo como un teatro o un concierto, una experiencia divertida juntos, un día en la nieve, un taller en familia… Hay muchas experiencias de vida que podemos compartir con los más pequeños y que también pueden ser un regalo ideal.
- Algo que realmente quieran y que les haga ilusión tener. Ese “capricho” que todos merecemos.
- Algo que necesiten. En este regalo el objetivo es claro: enseñarles a diferenciar entre las cosas que les gusta y las cosas que realmente necesitan en su día a día, y que puede conllevar un esfuerzo por parte de la familia el proporcionárselo.
Descárgate la carta de deseos de Navidad de Crece Bien
Igualmente, no es recomendamos instrumentalizar los regalos de navidad asociándolos al buen o mal comportamiento del niño: decirles “si no te portas bien no habrá regalos de los Reyes Magos”, puede ser poco realista, y disminuye nuestra credibilidad ante ellos cuando tengan regalos. Por otra parte, es contraproducente que los niños asocien que su comportamiento ha de ser correcto por los motivos erróneos, o por un refuerzo externo, y no porque realmente su educación y sus valores sean los correctos.
Hoy en día puede ser complicado no dejarse llevar por la idea de querer darles todo lo posible y que se sientan bien, pero establecer unos límites en estas fechas tan especiales puede ayudar a nuestros hijos a desarrollarse emocionalmente de forma adecuada, así como aprender principios y vivir una experiencia emocionante en familia.
Desde Crece Bien pensamos firmemente que uno de los mayores regalos que la familia puede proporcionar a los más pequeños son experiencias juntos, valores y habilidades para la vida.
Andrea Aguado
Psicóloga en Centros Crece Bien