La familia y el entorno social y escolar son fundamentales en el desarrollo de la inteligencia emocional de los niños, una capacidad clave para hacer realidad la expresión “Querer es poder”.
Querer es poder (casi siempre)
Cuando queremos transmitirle a alguien que puede hacer todo lo que se proponga, solemos decirle aquello de “Si quieres, puedes”. Sin embargo, a veces, afirmaciones como ésta pueden ser peligrosas y volverse precisamente en contra del destinatario; y lograr el efecto contrario: que aparezca una fuerte frustración por no conseguir aquello que se desea.
Es por eso que debemos saber que para “poder” no sólo necesitamos “querer”, o lo que es lo mismo, no sólo basta con desear que algo ocurra, también hay que trabajar el camino para hacerlo realidad.
Y es aquí donde entra en juego el valioso papel de la inteligencia emocional. Debemos trabajar la capacidad de identificar, comprender y gestionar las emociones, tanto las nuestras como las que nos afectan directamente a nosotros por parte de los demás. Normalmente, quienes logran un buen desarrollo emocional suelen estar más “empoderados”, son más productivos y eficaces. Y para ellos es más fácil que el querer se transforme en poder.
La capacidad de reconocer, aceptar y canalizar nuestras emociones para dirigir nuestras conductas a objetivos deseados, lograrlo y compartirlos con los demás. Daniel Goleman, profesor de psicología de la Universidad de Harvard.
El arte de la inteligencia emocional
Nunca es tarde para entrenar a nuestras emociones pero lo ideal es hacerlo durante la infancia, un momento clave en este sentido. Nosotros como padres jugamos un papel clave en ese aprendizaje porque la inteligencia emocional pasa de padres a hijos como cualquier otro modelo de conducta. Somos la primera escuela de aprendizaje emocional para ellos.
Y no sólo la familia. Durante el proceso de socialización en el que el niño asimila las costumbres y los valores de la sociedad, el entorno social y escolar, así como las experiencias que se viven en ese entorno, también juegan un papel importante en el desarrollo de esa inteligencia emocional así como en el desarrollo de la personalidad del niño.
Como lo que ocurre fuera del hogar no siempre lo vamos a poder controlar podemos aprovechar precisamente ser esa primera escuela de aprendizaje emocional para empezar por tratar a nuestros hijos como nos gustaría que les tratasen los demás, o cómo nos gustaría que ellos nos trataran a nosotros. Sólo así podremos ayudarles a hacer crecer esa capacidad emocional tan importante para hacer de sus deseos una realidad.
Y junto a ese trato lleno de respeto y empatía, algunas claves que os pueden resultar de utilidad para hacer crecer esa inteligencia emocional:
1. Ayuda a tus hijos a reconocer sus emociones, y nunca ocultes las tuyas. Explícales por qué estás enfadado, triste o alegre, y trata de entender cómo se sienten ellos, invítales a que lo compartan con vosotros.
2. Gestiona adecuadamente tus propias emociones y evita impulsos que puedan resultar negativos. El valor del ejemplo es poderoso en este sentido.
3. Muestra interés por las preocupaciones de tus hijos, más allá de las preguntas de rigor. Hazles ver que te importan sus sentimientos y lo que pueda generarles malestar.
En Crece Bien somos profesionales con amplia experiencia en inteligencia emocional. Si tienes alguna duda o necesitas alguna recomendación, te animamos a que contactes con nosotros, estaremos encantados de atenderte. Puedes hacerlo en el correo electrónico informacion@crecebien.es o en el teléfono 910002602.
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