Si queremos cuidar nuestra salud, es esencial cuidar nuestra salud emocional. Sin embargo, a menudo no le damos la importancia que tiene. De ello os vamos a hablar en el siguiente artículo.
A pasar de que ha habido un gran avance, hablar sobre las emociones o los sentimientos que experimentamos sigue siendo un tabú. En muchos casos cuando alguien expresa sus emociones, sobre todo la tristeza, tenemos el prejuicio de qué esa persona es débil. Además, aún nos queda un gran camino que recorrer en cuanto establecer la educación emocional y el cuidado en salud mental entre nuestras prioridades: ir al psicólogo o a otro profesional de salud mental aún no está en nuestras prioridades, el acceso a los servicios de salud mental es muy costoso y la educación emocional en los colegios es insuficiente. Tranquilos, no está todo perdido. En este artículo vamos a intentar arrojar algo de luz.
La salud mental: una asignatura pendiente
No podemos dejar de destacar que el estigma sobre los trastornos mentales produce que las personas no acudan a un profesional cuando lo necesitan. Es cierto que cada vez somos más conscientes de la importancia de la salud mental, pero aún sigue siendo una asignatura que tenemos pendiente. Si no cuidamos nuestra salud mental puede tener un gran efecto en nuestra calidad de vida, por ejemplo, altos niveles de estrés, enfermedades físicas y trastornos psicológicos.
Cuando estamos enfermos físicamente nos cuesta menos identificar lo que nos pasa, ir al médico, parar. Pero con la salud mental no es tan “fácil”… Nos cuesta ver la enfermedad mental y ponerle remedio. Por ejemplo, si vemos a una persona que se ha hecho un esguince no le decimos que corra, pero, sin embargo, si vemos a una persona con depresión le decimos rápidamente que tiene que salir y animarse. También aún existe la idea de que un psicólogo solo esta para casos muy graves. Por suerte, cada vez son más las personas e instituciones que reconocen la importancia que tiene la salud mental; como la OMS que desde 1948 incluye en su definición de salud el bienestar mental y social.
Y recuerda: aprender a cuidar nuestra mente, al igual que aprendemos que comidas son saludables y cuales no, es fundamental. Es por ello que te animamos a pedir ayuda sin reparar en ese estigma, a darle la importancia que tiene. A valorar tu salud emocional. Piensa en ti, en lo que necesitas, y actúa.
Estrategias para cuidar nuestra salud mental
Es importante decir que hay muchas estrategias que nos pueden ayudar a cuidar nuestra salud mental que no pasan por trabajar con un psicólogo y que pueden mejorar mucho nuestro bienestar. Algunas de las tácticas que podemos hacer para cuidar nuestra salud mental son las siguientes:
- Dejar un espacio a la semana para nosotros, para nuestro proyectos, hobbies…
- Realizar ejercicio. Se ha demostrado que el ejercicio ayuda a contrarrestar los niveles altos de estrés.
- Contar con un grupo de apoyo, familiares o amigos con los que podemos pasar buenos momentos, que nos escuchen y apoyen cuando lo necesitemos.
- Aprender a identificar nuestras emociones, saber cómo reacciona nuestro cuerpo ante los sentimientos que experimentamos.
- Usar estrategias para poder gestionar nuestras emociones, cómo, por ejemplo, relajación o meditación.
- En caso de sentir que el malestar continúa o que es muy intenso y nos impide hacer una vida normal, acudir a un profesional.
¿Y nuestros hijos e hijas?
Ya os hemos contado muchas veces que somos un espejo para nuestros hijos e hijas. ¿Qué podemos hacer para transmitirles la importancia del cuidado de la salud mental? Aquí algunas claves:
- Debemos ser un ejemplo para nuestros hijos, los niños aprenden observando, para ello es importante que hablemos con nuestros hijos de nuestras emociones y las estrategias que usamos nosotros para encontrarnos. Por ejemplo, si nos enfadamos, podemos decir que nos hemos molestado y qué nos vamos a tomar un tiempo para calmarnos.
- Si se decide que nuestro hijo vaya a clases o algún taller de Inteligencia Emocional le podemos explicar a los más pequeños que igual que en clase de matemáticas aprendemos a sumar o restar, cuando vamos a estas clases nos enseñan a poner nombre a lo que sentimos y nos dan trucos para que nos podamos sentir mejor y estar más contentos.
- En el caso de que nuestro hijo necesite ir a un psicólogo, le podemos decir que el psicólogo es un profesional qué nos va a enseñar a estar mejor y a conocernos mejor. “Profe de emociones”, es un término que da mucha confianza a los niños.
Cómo puede ayudarnos la inteligencia emocional
La inteligencia emocional nos enseña a identificar lo que sentimos, que es el primer paso para comenzar a cuidarnos. Además, la inteligencia emocional nos ofrece distintas estrategias para poder afrontar las sensaciones que experimentamos día a día. Por ejemplo, imaginemos que una persona se encuentra mal debido a que siente mucho estrés. El conocimiento en inteligencia emocional le otorgaría la oportunidad de identificar las sensaciones de estrés y le dotaría de herramientas para poder gestionarlo de la mejor manera posible.
Además, la inteligencia emocional nos da herramientas que nos permiten mejorar nuestras habilidades sociales, como, por ejemplo, identificar las emociones en los demás, ponernos en su piel o resolver los conflictos de forma más eficiente. Otro ejemplo: si estamos enfadados con nuestra pareja porque no asume sus responsabilidades en las tareas del hogar, la inteligencia emocional nos da estrategias qué nos permitirían tratar este tema con nuestra pareja de forma que podemos expresar lo que sentimos de forma correcta.
¿No os parece una apuesta fantástica de bienestar?
Gema Fuentes, psicóloga de Centros Crece Bien
En Crece Bien somos profesionales con amplia experiencia en inteligencia emocional. Si tienes alguna duda o necesitas alguna recomendación, te animamos a que contactes con nosotros, estaremos encantados de atenderte. Puedes hacerlo en el correo electrónico informacion@crecebien.es o en el teléfono 910002602.