La importancia de la educación emocional para la salud mental

 

La OMS avisa de que la pandemia ha frenado la atención a la salud mental en el 93% de los países de todo el mundo. ¿Cómo va a afectar esto a la salud mental de la población? ¿Tener una buena educación emocional protege nuestra salud mental? Os lo hemos contado en el siguiente texto.

 

Según la Organización Mundial de la Salud, alrededor de 1.875 millones de personas en todo el mundo padece algún tipo de enfermedad mental. Esto supone ni más ni menos que una de cada cuatro personas. ¿No os parece relevante este dato?

Ocurre que con la situación actual, además, no estamos asistiendo al centro de salud por miedo al contagio, o por creer que este tipo de problemas se pueden afrontar en soledad. Y es preocupante porque lo que va a afectar a la salud, no es la crisis psicológica puntual derivada del coronavirus sino que sigamos sin promover la salud mental, sin fomentar conductas de prevención en los niños desde pequeños, y sin dar recursos a personas con síntomas de ansiedad, miedo, ira, estrés o baja capacidad para iniciar o mantener las relaciones sociales, que muchas veces es lo que les lleva a aislarse.

Otro problema añadido, es el tabú de la enfermedad mental. En muchas ocasiones las personas sienten vergüenza de compartir con los demás que necesitan ayuda psicológica, en otras ocurre en los demás que tienen miedo a relacionarse con una persona con dificultades emocionales o sociales… Es la falta de empatía, conocimiento y comprensión de la enfermedad mental o recursos personales para hacer frente a los trastornos psicológicos, lo que lleva a muchas personas a no poder salir de la enfermedad mental.

Tener una buena educación emocional protege nuestra salud mental

Una buena educación emocional previene enfermedades mentales y protege el bienestar mental. Es como el sistema inmunitario mental. Y es importante que esa educación emocional empiece cuanto antes, en la infancia, porque si desde pequeños aprendemos cómo manejar las emociones podremos dominar el estrés, la ansiedad o el miedo cuando se presente en nuestras vidas. Y más aún: si nos conocemos y nos sentimos seguros de nosotros mismos o sabemos interpretar y afrontar sus problemas ante la pérdida de un trabajo o de un cambio en su vida, podremos superarlo con más recursos, no llevándonos a desarrollar problemas psicológicos.
Una buena educación emocional previene enfermedades mentales y protege el bienestar mental.
¿Qué podemos hacer las familias para que nuestros hijos tengan una salud mental en plena forma?
  • Darle la importancia que merece. Nadie pondría en duda la importancia de enseñar a los niños a mantener su higiene personal o a mantener una dieta saludable. Les vamos enseñando a los niños cómo detectar que necesitan ir al baño, o qué alimentos deben o no comer. De la misma manera es importante “conocer su mente”, mantener “la higiene mental” o “la dieta mental”. ¿Cómo? Dedicándoles tiempo, atención y recursos.
  • Debemos enseñarles a “limpiar” su cerebro de pensamientos que no les ayudan y les bloquean, a interpretar las situaciones que viven de manera constructiva… Enseñarles qué escuchar, en qué centrarse o cómo digerir determinadas situaciones que viven puede ser muy útil. El conocimiento de su mente es fundamental ya que, al igual que aprenden para qué sirven las partes del cuerpo, cómo se llaman o cómo se manejan, lo mismo debería ocurrir con las emociones: cómo relajar su cuerpo o en qué focalizar su atención.
  • Lo que las familias pueden hacer es ofrecer a los hijos e hijas brindarles la oportunidad de mejorar, descubrirles que esto es posible, motivarles a desarrollarse y darles la oportunidad de descubrir cómo. Un ejemplo: si tienes libros en casa y lees, es más probable que lean. Si hablamos y compartimos cómo nos sentimos, qué nos preocupa, qué no gusta y qué no nos gusta, si nos relacionamos con los demás, a quienes elegimos como amigos o amigas o cómo resolvemos un conflicto, es más probable que le den importancia a reflexionarlo, conocerse y compartirlo con los demás.
  • Si en casa penalizamos las emociones “desagradables”, los niños y niñas aprendan a evitarlas. Si evitamos entrar en conflicto con los demás, aprenderán a evitar el conflicto, a no afrontarlo. Compartir con ellos lo que podemos, sabemos o nos gustaría aprender o que aprendiesen, es muy positivo para ellos, les da la oportunidad de apreciarlo o aprenderlo.
  • Y por último, los padres no tienen que por qué saberlo todo y tampoco tienen que aprenderlo todo para que ellos lo aprendan. Tomar conciencia ya es un paso importante.

 

En Crece Bien somos profesionales con amplia experiencia en inteligencia emocional. Si tienes alguna duda o necesitas alguna recomendación, te animamos a que contactes con nosotros, estaremos encantados de atenderte. Puedes hacerlo en el correo electrónico informacion@crecebien.es o en el teléfono 910002602.

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